lunes, 28 de abril de 2014

EN TORNO A LA EDUCACIÓN

   Ayer la conversación derivó en torno al mundo educativo, sobre un informe recién salido de no sé donde que viene a decir que el nivel académico de los españoles no se ahoga de milagro. Lo cierto es que la redicha estirada que sacó la conversación quería hablar, en realidad, de una compañera y folladora promiscua (según ella misma criticó), a la que envidiaba a rabiar por su excepcional facilidad para encontrar trabajo, ya fuese de modelo, camarera nocturna, periodista y, ahora, profesora de primaria en un colegio de monjas. Precisamente la especialidad de esa estirada comida ya por las telarañas del paro. ¡Qué jodida es la envidia! “La chica es mona y no se le conoce compromiso –le dije. ¿Qué hay de malo en que se dedique a repartir alegrías?” “¿Alegrías? ….Con esa nariz de águila carroñera”, me contestó, imitando con la mano el golpeteo de una tarjeta sobre la mesa, y luego pasó a relatarnos la verdaderas razones de su desagrado. Al parecer, promiscua y estirada compartían la misma carrera académica: Magisterio. Ambas eran maestras de profesión y mientras una se lo había pasado pipa a lo largo de estos años, con trabajos y juergas a raudales, la otra tenía callos en los codos de los años que le costó doblegar al fin los cursos, para acabar en breves sustituciones o en eternas esperas en el paro. Y, ahora, ese coño disoluto y procaz se encargaba de la educación de los niños pijas en un colegio católico y, encima, se jactaba en su página de facebook de la facilidad de la carrera de magisterio, en la que, según sus mismas palabras: ni tan siquiera era necesario estudiar. “¿Qué nivel educativo vamos a tener en este país si cualquiera que se abra de piernas puede lograr un título académico sin estudiar ni esforzarse e, inmediatamente, impartir clases?” – me preguntó. “Pues sí que tiene que ser cachonda la tipa esa. O sea, que no hace ascos ni a carne ni a pescado y hasta consigue follarse a monjas. ¡Eso sí que es tener arte!” -le contesté. Me incorporé en el asiento, la miré a los ojos y le dije: “Mira, mi querida estirada, el problema del nivel educativo existente en España comienza en los claustros iniciales del curso, cuando la primera y más urgente preocupación de los profesores es la de conseguir los mejores horarios”. Ella también se incorporó, alargando aún más su cuerpo de garza, y me dijo: “Como se nota que nunca has estado en un claustro y no sabes de lo que hablas, además no todos los profesores viven a la misma distancia de la escuela”. “Ni todos los coños se liberan de las excusas, ¿verdad?”, le contesté.

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