sábado, 17 de agosto de 2013

LA HOMOFOBIA Y LOS PEQUEÑOS DICTADORES


En nombre de la tolerancia deberíamos
reclamar el derecho a no tolerar la intolerancia.
Karl Popper

   Los perturbados psíquicos, los fanáticos, los deficientes mentales o los niños son inaccesibles a las amenazas porque no las entienden. De esto se deduce que la hermosa atleta rusa Yelena Isinbayeba no pertenece a ninguno de estos cuatro y exclusivos grupos, ya que ayer mismo reaccionó a sus palabras homófobas, pronunciadas en la rueda de prensa posterior a la consecución del título mundial del salto de pértiga, aduciendo su limitada expresión en Inglés, idioma que, según ella, no conoce muy bien y que le indujo al erróneo mensaje. Posiblemente la verdad de todo es que Isinbayeba sea más que accesible a las amenazas, a las de su propio país si dice algo en público contrario a la política represiva de Putin con respecto a gays y lesbianas, y a las de la comunidad internacional en caso de no haber excusado luego sus palabras. O sea, que lo más probable es que ésta inconmensurable y hermosa atleta no sea más que un conejillo asustadizo cuando carece del sostén de su pértiga. Pero pensemos que Isinbasayeba no llamó anormales a los homosexuales por el temor a las represalias del gobierno ruso. Pensemos que realmente lo dijo porque, llevada por la idiosincrasia cultural y social en la que vive, comparte las ideas homófobas de su pueblo. Aún así no logro entender la reacción que sus palabras han suscitado en la comunidad progresista de nuestras hipócritas democracias occidentales (el adjetivo “hipócritas” está colocado a conciencia, pero sin ánimo peyorativo, sino como una constatación de la realidad parádojica, a mi modo de ver, y que iré exponiendo en este artículo).

   Es innegable que los continuos atentados contra los derechos humanos que se están produciendo en Rusia contra el colectivo homosexual es insostenible y que nuestras sociedades avanzadas no los pueden consentir  Y el comportamiento de las autoridades rusas, permitiendo asesinatos públicos mostrados, como escarnio, en internet, es abyecto y se hace necesario una condena rotunda de los países democráticos en la naciones unidas. Pero es que Isinbayeba no es una política del Kremlin, ni un bastardo asesino que muestra sus viles hazañas en youtube, ni siquiera es una agente de la ley que omite su obligación de salvar la vida de sus ciudadanos, sean de la condición sexual que sean. No, Isinbayeva es atleta y todos los premios y reconocimientos internacionales concedidos se los ha ganado volando por los aires con su pértiga. ¿A qué viene entonces, está demagogia estúpida, de desahuciarla de sus laureles atléticos? ¿De qué estamos hablando, de la estulticia suprema que mostramos al decir que un pintor o un escritor nunca será técnicamente bueno si profesa tal o cual ideología?  ¿No os parece este pensamiento más común en un deficiente mental, o en un fanático, o en un perturbado psíquico? ¿O es que acaso no somos más que niños en una eternamente inmadura democracia?

   Isinbayeva no ha matado a nadie, no ha cometido ningún delito, sólo ha expresado su forma de pensar o, peor aún, se ha dejado llevar por el miedo ante la pregunta/encrucijada de un malicioso periodista y ha respondido lo que en cada caso ha considerado más conveniente para su seguridad. Ahora bien, la pregunta que nos deberíamos estar haciendo ahora es: ¿en qué lado, de esta historia entre Isinbayeba y los colectivos que la critican, está realmente la intolerancia? Yo, desgraciadamente veo más intolerancia en esas personas que ya exigen, y con inusitada vehemencia, el linchamiento público de la atleta, la represión inmediata, su defenestración como campeona del mundo, título ganado a pulso con su tesón y esfuerzo diario, y la retirada del premio, en el apartado deportivo, otorgado por la fundación Príncipe de Asturias. Qué es la democracia, sino poseer la certeza segura de poder expresar tus ideas en absoluta libertad y sin posibilidad de represión. Qué es la democracia, sino respetar la ideas de los otros, sean lo peregrinas o radicales y condenables que nos parezcan; mientras sean sólo ideas y no vayan acompañadas de la consumación de algún delito, delimitado y clarificado por la constitución democrática. A ver si al final va a resultar que aquellos progresistas que tanto alardean de comportamiento democrático, en realidad, sean dictadores en potencia y ni siquiera tengan la mínima capacidad de autocrítica para ser conscientes de ello. Sí, señores, a mí también me escandalizó escuchar la frase los rusos somos normales, los chicos se casan con chicas y a las chicas nos gustan los chicos (frase literal), pero fue sólo una frase, un pensamiento que, desde luego, no enerva mi repulsa hasta el punto de desear convertirme en un represor político, ni de convertirme en un clon, contrario ideológicamente, de los rusos bastardos que asesinan a gays y lesbianas con total impunidad.

Este artículo se lo dedico a todos mis amigos
homosexuales, en especial a Chio y a Kina



2 comentarios:

  1. creo que a estas alturas deberia ser absurdo discutir un tema que esta superado, salvo en mentes retrogadas y absurdas

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  2. Antonio, en mi artículo no se debate el tema de la libertad sexual entre la pluralidad de los sexos que, como bien dices, es un tema ya superado. De lo que hablo es de algo más soterrado en la sociedad y que, de forma demagógica, se trata de ocultar: el crecimiento exponencial de los comportamientos dictatoriales en nuestra sociedad, dándose éstos ya en todos los sectores o ideólogias y la poquísima conciencia que tenemos los españoles del concepto democrático, a pesar de los 38 años vividos en democracia.

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