sábado, 3 de agosto de 2013

CONTRA LA INGENIERÍA DE LOS NÚMEROS PRIMOS

El hambre luna rota en los platos del almuerzo
bajo la atenta mirada de niños
y hombres despojados de futuro.
Y en las cimas de las torres
ratas suntuosas forjan el acero
que refuerzan las murallas.

El humo se diluye en el olvido
y ningún Fénix se adivina en las cenizas
sólo nos queda la humedad del estiércol
las semillas despreciadas por el poder
la utopía imposible de los insectos
y la flor que inmola sus pétalos para poder volar.

¿Cuándo dirá basta la horda humillada
e incendiará sin sangre los horizontes?
¿Cuándo desbordará los límites de contención
este caudal incontenible de ignominia?
¿Cuándo rechazará tan abyectos eufemismos
la paloma malherida de la paz?

Por el aire se expande un fuego invisible.
Los seres vulnerables son ignorados en su muerte
borradas sus huellas bajo la gélida pisada
de la desidia social. Nada importa
salvo el nido que salvaguarda los tesoros.
Y la luz se extingue en la eterna cloaca del pueblo.

En las escuelas los niños aprenden el interés
que habrán de pagar en su vacio.
El mundo teatro donde se interpretan
poses solidarias y falsos ejercicios de expiación.
Las flores verdaderas mueren ahítas de silencio
mientras sus copias se hacinan en clínicas estéticas.

Nada a lo que neguemos su valor podrá tenerlo.
Las acciones del amor se desploman en la bolsa.
Ya no existe desarrollo más eficiente para los pueblos
que la enloquecida ingeniería de los números primos.
La democracia es otra flor condenada a la mentira
en la que las víctimas se alimentarán de sueños rotos.

¿Acaso no laten los corazones en la oscuridad
no fulgura un colibrí en el interior del pozo?
¿Acaso estamos ciegos y el polvo y la prisa
nos impiden ver la ruina que hemos construido?
¿Acaso somos condescendientes y aquiescentes
con nuestro papel de víctima o verdugo?

Enterramos aquel carbón que se hizo rayo de sol
en el interior de la mina mientras aplaudíamos
la virtualidad de las pantallas planas en la oscuridad.
Ansia y deseos agitaron el motor de la avidez
desdeñamos la caricia de la brisa y la prisa se hizo ley.
Diseñamos ensoñados nuestro propio infierno.

¡Qué breve la sonrisa antes de caer al precipicio!
¡Qué cruel despertar de dientes destrozados contra el suelo!
¡Qué volátiles los sueños firmados en el banco!
¡Qué asfixiante el reconocimiento del amor perdido!
¡Qué sensación de orilla en el desierto! ¡Qué letal
ver la luna de tus sueños rota en los platos de los hijos!
 

¿Y ahora qué hacer...............................? 
¿Seremos capaces de admitir nuestros errores
de derruir las columnas de la inmoral codicia
reciclar los materiales de la insidia
y dotarlos de la luz de la razón sentimental?
¿De añadir un verso más de amor a nuestra historia?


Llegó el momento de desandar la estaciones
arrancarnos la raíces, desechar lo inútil aprendido
sumergirte en la pureza de esa lágrima
que rebosa el vientre de la madre, nadar entre corales
y peces de colores, apretar entre los dientes
el tubo del oxígeno y volar.
Volar entre dos aguas de vida renovada.

Llegó el momento de cerrar los ojos y creer
creer en el resplandor oculto en toda noche oscura
en la verdad del agua clara, en el hombre que dentro
de su pecho abraza a un niño, en quien mira
con ojos nuevos el misterio del amor
aquel que se asoma desde un pozo y ve el mar, henchido
y frágil, acariciando la piel encendida de la aurora.

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