martes, 28 de mayo de 2013

LA CODICIA DEL POLICÍA

 
 
Les pido excusas de antemano porque sé que ofenderé a algunos, pero mi conciencia me impele a expresar lo que siento. Hoy quiero reflexionar sobre el incidente de Paterna, en el que un policía local estafado por su amigo, el exdirector de la oficina de Bancaja que le convenció para invertir 350.000 euros en Preferentes, le asestó cuatro puñaladas en la casa del agredido y delante de su esposa. La codicia es un veneno letal, también en las víctimas del latrocinio que se ejerce sobre la indefensa población. El policía tiene 38 años. ¿Conocen ustedes a muchos trabajadores con 38 años que tengan guardados en el banco 350.000 euros? Yo prácticamente a ninguno. Claro que imagino que la estafa se llevaría a cabo en época de bonanza económica y, entonces, hablar de millones era como hablar de fútbol. Era algo cotidiano y todos queríamos más. El caso es que ya me extraña bastante la cantidad que dicho policía invirtió en Preferentes, por lo inusual, a no ser que le cayera una herencia desde el cielo. Es de suponer que una persona que goza de tanto capital no tendría cargas adicionales, como las hipotecas impagables que sí tienen otros y a los que se les extorsiona muchas veces con el desahucio desde la misma oficina que los estafó con las preferentes, que ya es el colmo de las injusticias. Además tampoco hablamos de alguien que, al igual que muchos, perdieron su trabajo y engrosaron en el creciente batallón de la miseria. Este policía estaba de baja por depresión, pero seguía cobrando su paga mensualmente y ya saben que en muchos pueblos el estipendio de un policía local supera con creces a la del cualquier policía nacional. Entonces, ¿cuál era el problema de este hombre?, ¿acaso no poder seguir el ritmo de vida acostumbrado?

 
 
Espero que me entiendan y no cometan el error de pensar que estoy justificando el fraude de los bancos. Nada más lejos de mi intención. Los banqueros, con la anuencia y el silencio del Banco de España, los legisladores, los políticos y los jueces de este país, han cometido el mayor fraude conocido en España sobre su vulnerable población de ciudadanos corrientes y es imperativo hacer justicia: los banqueros deberían ir a la cárcel por mucho tiempo, después de obligarlos al resarcimiento económico y moral de las víctimas. Pero, teniendo en cuenta el panorama económico de nuestro país, en el que cada día hay más pobres extremos, mientras que los ricos lo son cada día más, y que la carencia de recursos está llevando a este gobierno a la desatención y abandono de los más frágiles (ancianos que sobreviven con 500 o 600 euros y a los que se les piensa recortar aún más la pensión, dependientes pudriéndose en su inmóvil soledad, enfermos condenados a una lenta muerte porque ya no pueden pagar sus medicamentos, parados con cargas familiares y sin ayuda alguna a los que se les desahucia sin compasión, etc…), no puedo entender que aún haya algunos que en vez de alegrarse de su estabilidad asegurada (a pesar de la pérdida de 350.000 euros), se ciegan por la codicia hasta tal punto de acabar con la vida de otro ser humano. Sí, ser humano, por muy hijo de puta que fuere, que en este caso está claro que lo era, disfrutando de su ostentosa prejubilación y sin desazones de conciencia tras haber destrozado la vida de tantos a los que en su día llamó, maquiavélicamente, sus amigos.

   Yo sobrevivo con 600 euros y vivo bien, sin lujos, pero sin básicas privaciones. No necesito más, incluso me llega para ir de tapas con mi mujer un par de veces al mes. Claro que me gustaría vivir mejor, como a todos, pero soy consciente por los problemas que pasa este país y de cómo se extiende la pobreza extrema por sus cuatro costados. Pienso en los padres que tienen que levantarse cada día sin saber si podrán ponerle un plato de comida a sus hijos, en los jubilados que tienen acogidos en sus casas a las familias de sus hijos desahuciados, en tantos y tantos que duermen cada día sobre los adoquines de las calles, en los que rebuscan alimentos en los contenedores de basura y, entonces, comprendo que, en cierto modo, soy afortunado y se me pasa la rabia y me calmo y comprendo el valor inconmensurable que tiene cada vida. ¿Cómo es posible que un policía local en activo, con un sueldo que suele rondar los 2.000 euros, acabe queriendo matar a su estafador por 350.000 euros, destrozando así su vida y la de su familia? ¿Por desesperación quizás, como ayer dijeron los telediarios? No, seamos coherentes y aceptemos la verdad, intentó matarle por avaricia, la misma que llevó al banquero a cometer tantas estafas. La codicia es un veneno letal, también en las víctimas del latrocinio y le otorga más valor al dinero que al milagro que constituye la existencia humana.  No es justo, ni de sentido común, que amparemos la codicia de unos frente al rechazo de la de otros. La codicia es siempre la misma, esté en el lado que esté y produce el mismo daño general a la sociedad. Aunque lo más increíble es que este gobierno no tenga intención alguna de combatirla, lo que les convertirá inexorablemente en la mano ejecutora de los múltiples asesinatos que se llevarán a cabo en el futuro. Si no hacen nada para erradicar la codicia, ellos serán los inductores de la locura y el salvajismo. Ellos serán, si es que no lo son ya, los verdaderos asesinos de nuestro tiempo. Y ahí los tienen, tan orgullosos de su posición. ¿Acaso no lo harán también movidos por la codicia?

2 comentarios:

  1. quizás no fue avaricia, sino simplemente la rabia por la traición de un amigo o un sueño roto porque no sabemos cuantos sueños o proyectos había puesto el policía en ese dinero, me imagino que a lo mejor era su oportunidad para cambiar una vida que lo asfixiaba o para pagar un caro tratamiento médico para un hijo enfermo, no lo sé pero lo que para unos es muchísimo dinero para otros puede ser una necesidad vital, aunque nada justifique el asesinato

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  2. Esther, a mi me han traicinado amigos y no por ello los he intentado asesinar. Por un proyecto, un sueño roto o un deseo incumplido tampoco es lícito ni moral el asesinato. ¿Una vida que lo asfixiaba con un sueldo de más de 2000 euros? No tenía ningún hijo enfermo, me he informado antes de escribir el artículo, aunque sí es cierto que su padre, también afectado por el fraude en la misma sucursal se intentó suicidar unos días antes, pero eso no es justificación tampoco para idear un asesinato con premeditación (recuerdo que fue a su casa del agredido con el cuchillo encima). Y, Esther, te pongas cómo te pongas, 350.000 euros es muchísima pasta para el 99% de los ciudadanos de España.

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