jueves, 9 de mayo de 2013

EXCÚSENME

   Cuando cree este blog tenía dos cosas muy claras: no pretender hacer en él literatura, pues la mayoría de artículos serían de opinión política y social, además de ser escritos y colgados sobre la marcha y sin corregir apenas; y no hablar en él sobre mi vida (¿a quién le iba a importar la puñetera vida de un viejo?). Hoy voy a romper la segunda regla, pero será una excepción. Lo prometo.
   Ayer me llevé una sorpresa inesperada. Sinceramente, yo pensaba que mi blog no era interesante para los grandes adalides de la cultura, y mucho menos para la élite cultureta de mi ciudad. Lo cual me parece bien, pues nunca fue mi intencionalidad llegar a ellos. Pero, al parecer, estaba equivocado y resulta que sí están extrañamente interesados y sí me siguen, auspiciados quizás por la curiosidad de ver palabras de crítica feroz hacia ellos, palabras a las que parecen temer más de lo que yo nunca pude imaginar. De modo que, sin yo buscarlos, me están saliendo más enemigos de la cuenta. Tiene guasa, ahora que con mi dolencia cardíaca no aguantaría ni un asalto a una mosca. La sorpresa fue el siguiente comentario…

“Me das asco Francis. Francamente, me das asco. Tú eres el que vas a levantar una nueva sociedad, tú? Mientes cuando dices que yo he ganado todos los premios prenosequé y lo sabes tan bien que me das pena. Pena porque no puedes sufrir que alguien, con su esfuerzo, con su trabajo y con su honestidad sea capaz de ganar un premio y de dignificar tu profesión, esa que tú tanto desprecias. Te he oído hablar mal de todos los compañeros sin excepción y he visto arrodilarte ante esos que tanto despreciabas. Lamiéndoles el culo. Me dio asco verlo y te lo referí en más de una ocasión. Así eres tú. Eres un envidioso abyecto, un maleducado sin remedio, un ignorante y un puto desagradecido. Sí, Francis, un ignorante y, además, escribes como el culo. No sólo eres insufrible como persona, lo eres también como poeta. Para mí es un alivio no verte, no tener que sufrir tus puyas hacia los demás. Siempre traté de ayudarte, honestamente, pero tú muerdes la mano que te ayuda. Eres así de ciego, así de ingrato, así de injusto, así de hijodeputa. Porque, Francis, sí, lo siento, eres un hijodeputa. Yo no estaba en Huelva el otro día para dirimir ningún premio, no formé parte del jurado, yo estaba para hablar bien de un amigo, Rafael Vargas, porque yo sí hablo bien de mis amigos, porque yo tengo amigos, porque me los he ganado. Pero así son todos tus infundios. Tú sólo tienes dos amigos, el alcohol y el resentemiento. A mí me tienes ojeriza simplemente porque gano premios (por cierto, ayer recogí uno), porque llevo una vida sosegada y no necesito el alcohol para vivir, porque nunca he ganado un premio que no mereciera (puedes decir tú lo mismo?). Yo sé, Francis, cómo conseguiste tu pensión y nunca lo he referido a nadie. Descuida, no lo haré. Tú sí que vives del erario público, tú sí que vives pensionado, tú sí que vives de mi esfuerzo y del de todos. Lo que yo gano lo lucho y lo trabajo. No quisiera vivir en una sociedad con gente tan abyecta como tú. Me suicidaría ahora mismo si fuera un escritor tan malo y tan acabado como lo eres tú. Acabo: de dignidad mejor no hables, Vale? Me tiraría riendo hasta mañana. Vete al carajo. Olvídame”
                                                                                              publicado en la entrada que colgué en este blog con el título EL PRECIO DE LA DIGNIDAD, hace poco más de una semana. Obvia decir que quién lo colgó era el interpelado en mi artículo y que, si lo volvéis a leer, entenderéis por qué. También obvia decir que de todo lo que me acusa en ese texto es falso, aparte de dos cosas: soy un mal escritor y no me produce escozor admitirlo y antes bebía quizás demasiado, antes, claro, porque desde que la salud me lo impide no lo hago y bien que me molesta, pues al igual que la marihuana, para mí constituyen dos de los grandes placeres de la vida. En cuanto a lo demás: injurias e ignominias que es como suele desenvolverse en la vida este tipejo. Sólo una aclaración más que creo necesaria: es cierto que este señor no formaba parte de jurado oficial del premio de la crítica andaluza y acepto mi error de apreciación, pero también es cierto que él forma parte de la asociación de críticos andaluces, cuya función, entre otras, es la de aportar tres libros para optar a dicho premio y que el nivel de influencia que dichos miembros tienen sobre los monigotes que ponen como jurado es absoluto. Mi contestación fue privada, por email y en ella entenderéis porqué decidí borrar el nombre del individuo en cuestión y su comentario, al que nada temo.

“1º- Gracias por participar en mi blog
2º- He  borrado tu comentario por una única razón, yo jamás, ni antes, ni ahora desvelé el nombre del interpelado en mi artículo, por respeto a la que fue una amistad querida. (Créeme, es así, aunque otros te hayan dicho lo contrario). Y no voy a dejar que tú lo hagas ahora.
3º- La amenazas sobre cómo obtuve mi pensión me las paso por los cojones, la obtuve porque sufrí un infarto y sólo me funciona un 49% del corazón, según los distintos partes médicos y todos los tribunales médicos por los que tuve que pasar. Tengo los documentos que lo prueban en mi poder. Tomo 16 pastillas diarias para sobrevivir y no puedo caminar más de 500 metros sin tener que pararme a descansar. Con tus amenazas e injurias demuestras la bajeza de tu catadura moral. Cómo siempre, no tengo ni puñetera idea a que te refieres. Ten cuidado con lo que te dicen por ahí, porque pueden estar muy equivocados.
4º- Jamás tuve envidia de nadie, ni antes ni ahora y jamás le lamí el culo a nadie (otra ignominia más por tu parte) y por eso estoy donde estoy, aunque muy orgulloso de ello, y tú estás donde estás.
5º- Nunca dije que no merecieras premios, es más, sigo diciendo que tienes la calidad necesaria para ello, lo que me apena y me decepciona es saber CÓMO los ganas.
6º- Yo nunca te falté el respeto y no lo voy a hacer ahora. No te llamaré lo que tú si me has llamado a mí. Yo no te odio, a pesar de todo, ni me das asco. Cuando pienso en ti únicamente siento pena y decepción. Además, comprendo que tus palabras son producto de la mirada ante el espejo por una verdad incómoda.
7º- Agradezco tu sinceridad sobre lo que opinas de mí como escritor y poeta. Ya era hora que lo hicieras, aunque a la misma vez, ello me corrobore aún más mi desazón por haber caminado tantos años junto a una persona que no hacía otra cosa que mentirme.
8º(y último)- Infórmate mejor. Ya no bebo apenas, no salgo apenas, porque la mala salud me lo impide. Y, créeme, sigo teniendo muchos amigos, incluso más y mejores que los que tuve”

   En fin, EXCÚSENME, perdonad la extensión, sé que ha debido ser un suplicio para algunos leer toda esta mierda pero, ante las acusaciones de ser un cobarde por haber borrado el comentario, he decidido hacer público el mismo y mi respuesta y sin datos que identifiquen al acusador pues, aunque a algunos les cueste creer, no tengo intencionalidad alguna de dañar a nadie, tan sólo pretendí en aquel artículo denunciar el funcionamiento del podrido mundo literario en mi país. Porque formé parte de él y lo conozco bien lo aborrezco. En tiempos como estos recuperar la dignidad perdida es necesario, la resistencia moral ante las tentaciones deshonestas también. Todos hemos tenido en nuestras vidas tormentas y días claros de sol, sombras y luces contrapuestas, nadie es perfecto y nadie lo es durante todo el tiempo, somos humanos y el error forma parte de nuestra vida cotidiana, pero nuestra mayor virtud es la del arrepentimiento de nuestras acciones indignas. Sólo aquellos que se arrepienten con humildad de sus espurias acciones y retomen la senda de la dignidad moral frente a aquellos que deciden seguir hurgando en intereses individuales y oscuros, podrán morir en la paz y el sosiego de ser una persona íntegra. Si algo bueno tiene el hecho de haber renunciado a todo, es que te otorga una libertad que jamás tuviste. Le pierdes el temor a todo. Si nada tienes que perder desaparece el miedo. Como digo en la frase final de EL PRECIO DE LA DIGNIDAD, “Mi blog y la mirada de amor de mi mujer me bastan”. No aspiro a nada más y, por supuesto, no estoy en venta. No pierda el tiempo, señor interpelado, ni me vendo, ni le temo.  Por lo demás, comprenda usted que la historia no está como para que los demás tengan que soportar los cuentos soporiferos de dos viejos, uno que trata de mantenerse digno y sin aspiraciones y otro que se vende por cualquier migaja. Nunca volverá a aparecer usted en mi blog, ni tan siquiera así, innombrado. Hay millones de cosas más interesantes sobre las que hablar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario