martes, 30 de abril de 2013

EL TIEMPO DE LOS SOLDADOS

  
Se acercan peores tiempos. Estamos entrando en el tiempo de los soldados. Aunque algunos ya ejercen como tales. Los periodistas de los grandes medios, pretorianos de la palabra, cumpliendo fielmente las órdenes de sus mandatarios, manipulando la información, para engañar a los vasallos. Políticos sin libertad de pensamiento, constreñidos por la estrategia de sus partidos, obligados a tragar carros y carretas por la codicia de sus superiores. Sindicatos vendidos, patronal que compra. Es verdad que alguno ha tenido la dignidad de abandonar, pero han sido tan escasos los ejemplos e, inmediatamente, despojados de toda voz pública, que ni siquiera pensamos en ellos. Los comandantes, diseñando el programa de nuestras vidas desde sus despachos mercantiles, con sus asesores bien pagados por la corte, ejerciendo sibilina diplomacia en los gobiernos. Ellos son los mercenarios que velan por la inmensa fortuna de los mercaderes, los grandes generales del sistema. La policía siempre fiel al amo, a reaccionar presto ante su voz de mando, sin preguntarse jamás si existe un límite. Despojados de su capacidad de discernir entre el mal y ese bien legal que, a veces, obra tan injustamente que llega a torturar a niños o a asesinar, indirectamente, a sus padres. Pronto se hará directamente y encontrarán justificaciones para ello. Pronto, en el otro bando, el de a pie de calle, llegará también el tiempo de los soldados.

   Ya se comienza a atisbar en el horizonte el avance de los reclutas. De los dos extremos del odio cuelgan ya ejércitos que aumentan su peso cada día con la intención de doblegar la balanza. En realidad luchan por lo mismo, el caos, pero ciegos de fanatismo como están se acabarán matando entre ellos, muriendo muchos inocentes tan sólo por estar en medio. Ya tuvimos un amago en la bombita de La Almudena, pero pronto serán más serios los intentos. Esto ya no se sostiene y la desesperación de muchos les está llevando a la locura. Entre éstos y los mesiánicos que sueñan con los héroes de la Marvel o los héroes malditos del anarquismo libertario de hace más de un siglo, las bombas comenzarán a eclosionar por todas partes. Renacerán el GRAPO, la triple A, los guerrilleros de Cristo Rey, las brigadas libertarias, aunque lo harán con otros nombres. Y, entonces, la vida tendrá mucho menos valor. Como todo en época de recesión se devaluará y la vida del enemigo costará menos que una bala.
   Nuestros hijos repetirán el dilema de sus abuelos: exilio o elección de un bando. Verán morir a sus padres, a sus hermanos, al que tenga la mala suerte de tocarle. Y los verán también matar, a cualquiera, al que le toque, porqué no habrá más remedio, serás tu o él, porque lo ordenan los grandes generales. Y nadie verá la perversión del plan diseñado. Seremos cíclopes tuertos del único ojo, luchando a ciegas, sin saber que nunca verás la victoria, pues esta te fue negada desde el principio. Los dos bandos son, en realidad, ejércitos comandados por los mismos. Y lucharán sus mentes manipuladas y sus manos, prestas a ensangrentarse, a las órdenes de los mismos: los que ya tienen todo el pastel y no quieren repartirlo. La solución a esta crisis es una drástica reducción de la población y ya está diseñado el plan. En la televisión, en los periódicos, en las redes sociales, en el congreso, en las instituciones públicas, incluso en la calle, ya podéis observar a los soldados. Se están preparando, aunque todavía no lo sepan. Ya levantan el dedo y señalan a sus víctimas, ya amenazan abiertamente sin temor a represalias, ya conspiran para el estallido del futuro. Ya es tiempo de soldados, caminando en grupos hacia el tiempo de los asesinos.  

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