miércoles, 2 de enero de 2013

FELIZ SUPERVIVENCIA

   “Feliz año a todos mis amigos. Os deseo paz, amor y supervivencia para el 2013, que no es poco, con tanta incertidumbre sobre el futuro”. Está fue la breve frase que colgué en mi muro de facebook como felicitación y, sorprendentemente, recibí esta respuesta: “Este mensaje tuyo destila violencia, sabes? La palabra supervivencia... es muy, muy violenta. Contrólate en tus deseos, por favor. --Sí, vengo a decirte esto a tu muro, porque es lo que yo pienso que dices. Y me aventuro a decir que esto es una apología de la violencia porque así lo percibo aún sin conocerte de res. Salud y buen 2013”. Me quedé perplejo. Un día antes debatí en su muro sobre la cuestión del uso de la violencia, como defensa legítima del pueblo frente a la cruel represión que sufre por parte de nuestro gobierno. Las multas por asistir a manifestaciones, las detenciones arbitrarias, los ojos que se pierden por bolas lanzadas por antidisturbios, el no derecho a defensa si eres pobre, el abandono de los dependientes, la no atención médica si eres inmigrante, la ley hipotecaria que fomenta el suicidio, pagar la deuda antes que saciar el hambre, etc… Y aún así, yo seguí declinando el uso de la violencia bajo circunstancia alguna, argumentando que, de ese modo, sólo acabaríamos cambiando a unos asesinos que gobiernan por otros asesinos que nos gobernarían. ¡Qué más da el lado ideológico en el que anden!, si ambos asesinos son. Y si tengo algo claro es que sólo lograremos evolucionar si lo hacemos a través de una revolución cultural, de valores humanistas, basados en la igualdad, la libertad, el culto a la vida y al conocimiento, la recuperación de unos valores morales consensuados entre todos y que dote a cada persona de un valor definido en cuanto a lo que es y no en cuanto a lo que posee y la hermandad universal en el concepto de justicia. De modo que no, bajo ninguna circunstancia admito el uso de la violencia. Aquí no se trata de vencer, se trata de convencer. Se trata de comprender qué sólo tenemos una salida posible: si conseguimos unir al equipo saldremos adelante, pero si nos dispersamos, cada uno a lo nuestro, a buscar tajada algunos, otros en pos de la fama, ciegos de vanidad, otros pensándose que esto es un juego de la play y están locos por darle al botoncito y disparar y otros, la mayoría, que no se enteran de nada y son manejados como marionetas por las manos de los capos de los bandos, los que manejan el cotarro, los que tienen el dinero, los que diseñan nuestras vidas.
   Violencia, decía mi amiga que, al parecer, ha decidido dejar de serlo tras colgarme su mensaje. Violencia, que yo estoy haciendo apología de la violencia al usar el término supervivencia en mi felicitación de “Año nuevo”. Lo distintas que pueden ser para dos personas la percepción que nos transmite la misma palabra. Escribí supervivencia a conciencia y lo hice pensando en mi gran amigo Eduardo, fallecido de un infarto al corazón hace poco más de una semana. Teniendo en cuenta que yo sufrí otro infarto hace unos años, que afortunadamente superé, y la constante amenaza de que se vuelva a repetir, entenderéis a qué me refería cuando decidí usar el término supervivencia. Desde luego, en absoluto tiene nada que ver con el concepto de la violencia. En realidad, para mi se trataba de un canto a la vida. Para mí, el fin de año significa haber logrado vivir un año más, conseguir la meta ansiada. Ahora comienza un año nuevo y, por tanto, comienza un nuevo reto, el de burlar a la muerte por otro año más. Mi amigo Eduardo no lo consiguió en 2012, pero nosotros lo lograremos un año más, volveremos a comernos las uvas un año más, ¿verdad? Y si, en el transcurso del tiempo en el que logremos burlar a la muerte, somos capaces de ponernos de acuerdo, pues genial, algún día se podrá llevar a cabo también la revolución deseada. Pero si encima vamos incitando con batallitas al espectro mortal que nos acecha, entonces sí llevarán razón esos apocalípticos que tanto hablan del fin del mundo. Mientras tanto, el agujero abismal en el que iremos cayendo, poco a poco, se hará cada vez más grande y será imposible frenar su avance. Yo, por mi parte, expresaré mi firme deseo de que este 2013 sea el año en el que logremos unir al equipo y, entre todos, consigamos revertir el abismo, a la vez  que burlamos a la Parca. Comprendo la ansiedad juvenil, su prisa por cambiar las cosas, para ellos los días son efímeros y nunca cambia nada, pero para mí un minuto es, afortunadamente, una eternidad en la que disfrutar del maravilloso milagro que es la vida y en ese minuto puede ocurrir de todo y cambiarse todo. Con el paso del tiempo lo comprenderán, seguro. Comprenderán que nuestro mejor regalo fue la esencia misma de la existencia y todo lo demás será, exclusivamente, fruto de nosotros mismos. Y no olvidemos, por favor, que el mejor de nuestros frutos posibles es la semilla del amor.



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