viernes, 2 de noviembre de 2012

EL FIN NO JUSTIFICA LOS MEDIOS



Hiroshima, tras el lanzamiento de la bomba nuclear

  “El fin justifica los medios”, el asumido concepto de esta nefasta frase de Maquiavelo por parte de la humanidad viene defenestrando los valores morales y humanísticos desde tiempos ancestrales y, hoy, en España, mantiene a nuestra sociedad al borde del abismo. En nombre de está frase se han cometido los crímenes más atroces: el lanzamiento de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaky se justificaron como necesarias para evitar la muerte de más de un millón de estadounidenses, Stalin depuró (aniquiló) a más de 20 millones de personas con la justificación de salvar el comunismo, Hitler asesinó a seis millones de judíos con la justificación de purificar la raza aria y, hoy, los mercados justifican sus crímenes por la libertad del comercio entre personas civilizadas. Sí, con el uso de palabras como libertad y civilización también los eufemismos han entrado en la partida.

   En el ámbito político español “El fin justifica los medios” ha pervertido absolutamente la función de los políticos. Han dejado de ser hombres y mujeres preocupados por el bienestar de la comunidad y se han convertido en competitivos ganadores (al perdedor suelen eliminarlo). Ahora nada es más importante que gobernar y cuando eso se consigue lo siguiente más importante es seguir gobernando. Los proyectos políticos y sociales, incluso los económicos más allá de los propios bolsillos de nuestros políticos, han pasado a ser algo secundario. Lo más importante es llevar una estrategia adecuada para ganarse el poder. Y no importa si han de mentir, realizar un programa populista pero que nunca piensan realizar o convencernos y engañarnos a través del miedo y la amenaza soterrada. Las necesidades del pueblo no les interesa, les interesa sus votos. Los que sufren que esperen, pensaría el gobierno ante el conveniente retraso de los presupuestos por las pasadas elecciones andaluzas, gallegas y vascas. Se maquillan los números, se falsean balances, se usan los medios de comunicación públicos para la promoción partidista, etc, sin pudor alguno y todo porque “El fin justifica los medios”. Y así, en nombre del crecimiento económico y una falsa idea del progreso, de forma paulatina, hemos ido dejando tirados los valores que nos humanizaban en la escombrera que produce nuestra codicia y ambición. ¿Qué futuro podemos esperar entonces, si hemos anulado la capacidad de pensar  en los ciudadanos y en la juventud, fomentando la dogmatización ideológica del voto?

   Joven toma y lee. Si puedes llegar hasta el final de esta obra, no te costará comprender otra mejor. Como me he propuesto no tanto instruirte como ejercitarte, poco me importa que admitas mis ideas o que las rechaces, con tal de que ocupen toda tu atención. Alguien más capacitado te enseñará a conocer las fuerzas de la naturaleza; me bastará con haber puesto las tuyas a prueba.” Estas palabras escritas por Diderot en el prólogo de “Pensées sur l'interprétation de la nature” (1753) ya anunciaban el lema de la Ilustración “Sapere aude” (atrévete a saber). Ahora, para nuestros políticos que tanto hablan de la necesidad de erradicar el fracaso escolar, lo más importante es la dogmatización ideológica, el adoctrinamiento grupal frente al enemigo, la educación teledirigida del voto. Da igual si el poder lo ostenta la derecha o la izquierda, da igual si el medio es una educación para la ciudadanía ideologizada o la obligatoriedad de la asignatura de religión católica y la separación académica por sexos. La educación de nuestros hijos, a unos y a otros, les importa, en realidad, una mierda. Todos buscan lo mismo, idiotizar a los hombres y mujeres del futuro para lograr así gobernar eternamente. Saben que la mejor manera de permanecer es evitar que otros te hagan sombra. Pero los jóvenes de este país están hartos de tanta manipulación externa y algún día se rebelarán y temblará la tierra bajo los pies de los poderosos.

   Desde las instancias de poder se ha parcelado la Ilustración, guardándose para los sectores sociales más elitistas el acceso al conocimiento. Para el resto, adoctrinamiento en la granja laboratorio de los partidos políticos. Pero lo que me niego a creer rotundamente es que sean tan ingenuos como para pensar que eso no tendrá terribles consecuencias en el futuro. No son tontos y han de saber que cuando se apaga la luz refulgente de la Ilustración, se está abriendo las puertas a la barbarie, los extremismos se expanden y la sangre hierve en los corazones ansiosa por la confrontación violenta. Y llegado ese momento no existirá la compasión. Lo saben, pero les da igual. ¡Serán hipócritas! Y luego tendrán la desfachatez de decirnos que todo cuanto hicieron lo hicieron por sus propios hijos.

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