miércoles, 19 de septiembre de 2012

¿SIRVE PARA ALGO PROTESTAR?

   Esta es la inquietante pregunta que lanzó Jordi Évole a la audiencia el lunes pasado en su programa “Salvados”. Curiosa la coincidencia tan abrumadora con el título “Salvamé” de Telecinco, en el que los invitados se enzarzan en protestas absurdas, los unos contra los otros, sin que nada parezca tener consecuencias entre la estúpida audiencia que se traga cualquier bodrio morboso, por chabacano y nauseabundo que les resulte. Sin embargo, ante un simple análisis semántico hallaremos las diferencias entre la connotación universal del primer programa y la evidencia egocéntrica del segundo. Esa es la clave principal de la personalidad diferenciadora de los españoles: es imposible la solidaridad entre los españoles que tanto claman por la realidad de una salvación colectiva cuando lo que impera en el fuero interno de cada uno es el auxilio individual y la necesidad imperiosa del ensalzamiento de uno mismo a través de la idolatrada vanidad.

   No obstante, hoy en el telediario de la cadena rosa (nada sospechoso de manipulación mediática), han dado una noticia que me ha llamado mucho la atención. Comentaban lo bien que iba aquel proyecto que hace un par de meses puso en acción el ayuntamiento de Girona. ¿Recuerdan? El consistorio de esa ciudad llegó a un acuerdo con tres cadenas de supermercados para que los productos de primera necesidad que estuvieran a punto de caducar fuesen donados al mismo, con la idea de repartirlos, a través de un banco municipal de alimentos, a las familias más necesitadas de la provincia, tratando así de evitar a estos la humillación de rebuscar comida entre los contenedores de basura. Bien, la noticia de hoy comunicaba el buen resultado de la gestión, habiéndose sumado ya a la misma once cadenas de supermercados en la zona. Ya en el momento del anuncio de dicho proyecto en los medios escritos hubo una avalancha de descalificaciones individuales a través de la plataforma virtual que me llamó mucho la atención. Yo no podía entender entonces cómo era posible que ante una noticia esperanzadora desde mi punto de vista, la gran mayoría de los internautas del facebook gritaban sus protestas al cielo virtual, catalogando como abyectos e inhumanos a los concejales que apoyaban la acción. Miles de fotografías de contenedores con candados salieron entonces en periódicos y páginas y muros de facebook, acusando al consistorio de querer matar de hambre a los hambrientos, comparando ésta acción con otras llevadas a cabo por ayuntamientos del PP, como la del multar con hasta 700 euros a quien buscaba alimentarse de la basura. Yo entonces expuse libremente mi sorpresa y me atreví públicamente a debatir con argumentos lo que me parecía una postura demagógica e irracional. Llegaron a insultarme, llamándome fascista (que tiene cojones la cosa) y acusándome de burgués acomodado (que aún tiene más cojones la cosa, teniendo en cuenta que mi pensión no llega ni a 600 euros al mes). Aducía una tipeja que se denominaba anarquista que en la basura se podía encontrar buenas proteínas (carne) y en los bancos de alimentos no. La misma que me llamó varias veces hijo de puta y fascista sin conocerme. Tiene guasa la cosa pues hablaba como se hablan los personajuchos del “Salvamé” ese del carajo.

   Esta noticia esperanzadora de hoy sobre el proyecto de “la casa del pueblo” (ayuntamiento) de Girona me ha hecho reflexionar sobre la pregunta de Jordi Évole en “Salvados”: ¿Sirve de algo protestar? Está claro que la protesta por si misma no sirve absolutamente para nada, si esta no va acompañada de acciones conjuntas y solidarias. Es evidente que llevamos meses y meses (algunos de nosotros hasta años) protestando, a través de las redes sociales fundamentalmente, sin que hayamos logrado cambiar nada. Es evidente que una grandísima minoría de este país hemos salido en manifestaciones de protesta en las calles sin que hayamos logrado cambiar nada. Pero es también terrible y evidente la realidad de que no hacemos nada más que eso. Salvo un pequeño porcentaje de voluntarios que sí se dedican a hacer algo por los demás de forma absolutamente altruista, la gran mayoría de ciudadanos de este país únicamente saben mirarse su propio ombligo, aunque su falso discurso esté lleno de tópicos sobre los desheredados sociales. La verdad cruel es que a la mayoría de los ciudadanos españoles les importan un bledo los demás y si se quejan no es más que por la razón de que ellos están al lado de los más desfavorecidos. Sólo saben criticar y protestar sobre los privilegios de los privilegiados porque ellos no pertenecen a esa casta, pero si los estuvieran ni protestarían ni se ocuparían de los que estuviesen pasándolo mal. Y cuando algunos, como los concejales del ayuntamiento de Girona que tuvieron tan genial idea, lo hacen sin exigir nada a cambio, sino simplemente porque aceptan esa obligación como un deber social hacia los más desfavorecidos, entonces los critican, los insultan, los amenazan y los desprecian con la peligrosa soberbia de los ignorantes, llamándolos inútiles de paso, cuando los únicos inútiles son aquellos que, pudiendo hacer más por los demás, no lo hacen y tan sólo saben dedicarse a injuriar a aquellos que si tienen el valor de luchar por los demás sin exigir nada a cambio.

   Desde aquí mi más sincera admiración a esas personas que sí saben entregarse a los demás, desde su posición de concejal; desde su voluntariado en cáritas o en cualquier ong, cristiana o laica, da igual; desde su pequeña aportación en los comedores sociales; desde su ayuda humanitaria atendiendo a ancianos o dependientes; etc… A todos ellos, de corazón, les doy las gracias por ello, porque todos, absolutamente todos los podemos necesitar algún día y sé que ellos no mirarán si antes les hubimos insultado alguna vez. Ellos, si los dejamos, serán los que logren salvar algún día a este país de implacable sombra medieval y oceánica ignorancia.        

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