viernes, 21 de septiembre de 2012

FARMACIA GRATIS PARA LOS POLÍTICOS


Texto de María Tordera en Facebook

   Si esto es verdad, me cago en la miserable cara hipócrita de todos nuestros políticos. Sí, en la de todos y todas. No salvo a ninguno. Porque hay que ser indigno para aceptar un privilegio tan inmoral como el que nos comenta Maria Tordera en la foto que expongo más arriba de este texto. De las bestias inhumanas del PP, incluyendo a los verdugos del gobierno, ya me lo esperaba. Pero de todos esos hipócritas de la izquierda (se ve que sólo lo son en su semántica) no. ¿Cómo se puede aceptar algo así sin que se les caiga la cara de vergüenza? Tipejos impresentables, atroces carroñeros, que destrozan su propia dignidad por unos miserables céntimos de euros. Esos son los viles despojos humanos que nos representan, gente sin honor, sin ética ni moral, sin valores humanísticos, con desiertos de hielo en sus almas. Personas que venderían al matadero a su propia madre, a cambio de dinero y de prestigio.

   ¿Cómo es posible, si existe un Dios, que no les fulmine con su látigo, expulsándoles del templo, tal y como mandó hacer a Jesucristo? ¿Cómo es posible que el pueblo permanezca adormecido, que aún no se haya enterado de que Dios es él? ¿Cómo es posible que aún permanezcamos discutiendo por los toros, el fútbol, las titis, los chorbos, los pájaros, los sueños, las aspiraciones individuales, las… gilipolleces y no nos hayamos unido para pararles los pies? Cualquier parásito de estos ronda un sueldo mínimo de tres mil euros al mes y si va a la farmacia a comprar aspirinas no paga absolutamente nada por ser diputado. Y yo, enfermo crónico del corazón y diabético, estando obligado por ello a tomarme 16 pastillas diarias, algunas de un precio exagerado, y, pensionista, con una paga de 600 euros, sí tengo que pagar. Y usted también. Y usted. Y usted. Y hasta el parado que ya no recibe ayuda, bueno, ese más, a ese lo echan directamente de la seguridad social. ¿Y no se nos cae la cara de vergüenza por permitirlo?

   No puedo entender a este país. ¿Y ante esta discriminación tan inhumana nada tienen que decir la fiscalía, la judicatura, la defensora del pueblo, las agencias de consumidores, los periódicos, las televisiones, los defensores de los derechos humanos y, si me ponen, hasta el tribunal de la Haya? ¡Qué asco de país! Vivimos en el claroscuro de una permanente historia medieval, en el esperpento más atroz de un escenario gótico. En la ignorancia irónica de los estúpidos. Si seguimos así, algún día nos robarán hasta a los hijos sin que seamos capaces de plantar queja. ¿Les suena? A algunas madres de las cárceles franquistas y de la clínica Santa Cristina seguro que sí.

   Y no me entendáis mal. No niego el ejercicio de la política, es más, creo que ahora la política es más necesaria que nunca, porque el debate es necesario para que, entre todos, hallemos una mejor manera de convivir en paz y felicidad. Eso debiera ser la política, gente honrada en el arte de organizarnos mejor como sociedad y no la cloaca codiciosa que son los partidos a-democráticos que tenemos en la actualidad. Esto ya apesta demasiado. El pueblo está muy harto y será difícil contener la diarrea y la rabia posterior. Necesitamos aire nuevo, abrir las ventanas, las rejas, las listas e instaurar las bases para una verdadera y real igualdad democrática entre todos.

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