miércoles, 29 de agosto de 2012


EL PAYASO DEL OPUS DEI


Seguramente nació siendo un niño mediocre, a pesar de los muchos años en los que logró disimularlo con eficacia. Un niño al que una madre beata y sumisa acompañaría a la secta masoquista del Opus Dei. Por entonces monseñor Escrivá de Balaguer era resarcido por el generalísimo Franco, tras la victoria del bando nacional. De ser perseguido por la jauría hereje de los republicanos, lo que le obligó a huir hasta los pirineos, había vuelto para sentarse en el trono junto a Franco para diseñar junto al dictador la política eclesiástica de la nación. Eran tiempos difíciles y para muchas madres lo mejor era dejar a sus hijos bajo el asesoramiento de las órdenes de la iglesia y, al parecer, la madre de Josemari debía ser fanática del hoy santo. A partir de ahí su trayectoria en el futuro ya estaba diseñada, sería un gran empresario siempre leal a los dictados del Opus. Hasta qué día podía follar con su mujer y la penitencia que habría de cumplir por ello, le dirían. Ya siendo un púber adolescente tuvo que soportar el bocado doloroso del cilicio, esa alambrada de puntas afiladas y cortantes alrededor de sus muslos que le forjaría el carácter necesario para la gesta ejemplar a la que estaba destinado. El espíritu sacrificial era fundamental para encallar las heridas y el desánimo y encarar, con mayor fuerza y encono, las batallas a librar (aunque parece que últimamente se ha olvidado de esta premisa).

Lo cierto es que tampoco le tuvo que resultar muy complicado el camino del éxito y el prestigio. El Opus cuenta con un inmenso capital financiero y los chicos no son más que puras inversiones. Se rentabiliza sobradamente el capital gastado en el adoctrinamiento de los chicos, ya que han conseguido poder e influencia en los puestos más decisorios de los bancos, la gran empresa, el poder judicial, los distintos ministerios y las más altas instancias del estado. De modo que es sencillo ir colocando a sus acólitos en lugares estratégicos y, manejándolos como marionetas, sacarles el mayor partido político, social y económico. Eso es lo que ha sido Ruiz Mateos durante toda su vida: un monigote patético al que no le dejaban controlar ni su propia picha. Ochos veces tan sólo le dejaron usarla al pobre, ocho nada más, una por cada hijo que tuvo y se acabó, que lo demás es pecado capital y sería condenado al infierno, le dirían. Sin embargo él fue siempre sumiso, jamás se rebeló. Incluso cuando saltó el escándalo de la primera Rumasa supo mantener las formas. Sólo el “que te pego, leches” al Boyer estuvo fuera de lugar, pero nos resultó simpático y por más que el entonces ministro quisiera llevar vida de conde, la verdad es que no era más que un puñetero rojo. El hecho es que el Opus perdonó la indiscreción y redentó de un plumazo a su pupilo. ¿Por qué cegar tan fructífero manantial? Entonces vinieron tiempos de tocino de cielo y huevos Dhul, tiempos de bombones Trapa, tiempos de bonanza y alegrías compartidas con Botín, tiempos de gloria deportiva como presidente de un club de fútbol madrileño, tiempos de éxito social y hasta televisivo, tiempos de impostado reconocimiento y de teatro de la mentira, ya que en el fondo jamás dejó de ser aquel chico mediocre cuyo designio sombrío en la vida no ha sido otro que obedecer. Callar y hacer todo aquello que le mandaban.

Actual prelado del Opus en España, monseñor Javier Echevarría
Todo aquel castillo de nubes cayó y jamás sabremos por qué. El hecho es que un día inesperado para él su amigo Botín le comunicó la cancelación de sus líneas de crédito y, a partir de ahí, comenzó a caer por el abismo. No sabemos si en algún encuentro en el despacho del director del Santander, Ruiz Mateos le confesó alguna rebeldía lujuriosa con su esposa y ésta llegó al los oídos del Opus. Quizás mostró alguna disensión con los sucesores de Escrivá. No sabemos. El caso es que, desde aquel día inesperado, el antaño estandarte de la orden, el más fervoroso defensor público de la secta del Opus Dei en España, ya no cuenta con su apoyo. Le han dado la espalda y le han repudiado. Ruiz Mateos ha sido despojado de la falsa aureola que lo circundaba, le han arrancado la máscara prestigiosa y le han dejado desnudo frente a los demás, mostrando lo que siempre fue: un ser mediocre y patético que da pena, un viejo ridículo que provoca una triste risa. Un miserable hipócrita que ahora llora fingidamente, reclamando un nuevo rol de víctima ante la jueza y el pueblo que lo observa. Un payaso impresentable que lleva toda su vida estafando y explotando a otras personas y que acabará pagando en presidio por ello, si es que existe realmente justicia en este país. La pena es que sólo acabará pagando él y el Opus Dei, esa secta despreciable que convierte en monigotes a los hombres y que denigra fatalmente a las mujeres, se irá de rositas, como siempre. ¡Qué miserable es esta España! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario