jueves, 16 de agosto de 2012



CRIMEN DOMÉSTICO


Liberada al fin, quiso describir la impotencia de los golpes a los que tanto tiempo estuvo condenada, pero el nerviosismo de su mano, la misma que minutos antes empuñó el cuchillo,  le emborronaba las letras.

Él, aturdido por la ausencia de dolor repentina, abrió los ojos y vio una figura borrosa a la que preguntó con voz muy débil: - ¿Con qué escribes?

Ella respondió: - Es nuestro legado y lo escribo con tu sangre.


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