sábado, 21 de julio de 2012


¡OJALÁ NADIE ACABE MUERTO EN LA CARRETERA!

¿Quién no ha soñado alguna vez con tener las manos sobre el volante de un Ferrari, tener la potencia imposible, los reflejos de un lince, la velocidad de un huracán? Así se sintieron, de la noche a la mañana, los Zaplanas, Camps y Fabras del PP, en la comunidad valenciana. Y claro, cuando se mira desde arriba, todo se hace banal y pequeño ante nuestros sueños de ambición. Los campos de naranjas crecieron hasta la altura de las cinco estrellas del hotel más opulento y los aires de la Malvasía se tornaron inspiraciones muniquesas, con bólidos veloces sobre la asfaltada arena de la playa. El espacio aéreo se llenó de aviones imaginarios que despegaban y aterrizaban en el más moderno de los aeropuertos. Las mansiones crecían, sin apenas riego, sobre montes y laderas. Partían viajeros, atletas y descubridores de nuevos mundos desde las alas abiertas de la bahía y, en su lujosa locura, todos mirábamos, desde abajo, embelesados y agradecidos. Esa era su visión de un gran futuro, ser los reyes de un pueblo rico y feliz, conocido en todo el mundo por algo más que los cítricos. Pero para llegar a ser Rey es necesario abatir a los enemigos, a aquellos que quieren competir por el trono. Y llegaron las alianzas, los secretos compartidos u ocultados, la mentira como el mejor de los argumentos, la lealtad en público y las puñaladas traperas en la intimidad. Además, estaba la tentación del erario público, tan accesible en Bancaja o en el Banco de Valencia. Y ciegos de soberbia, de confianza plena en sus soberbias, recalificaron terrenos, especularon con propiedades comunitarias y municipales, y crearon pueblos, ciudades y hasta parques temáticos de la nada. Se sentían capaces de los mayores milagros, convertir un agujero de tierra en la tierra prometida del lujo y de la creación de riqueza infinita. Y cambiaron sus relojes por rolex de prestigio, sus viviendas por palacetes, y la basura de sus bolsas por binladens de 500 euros. Eso sí, sólo algunos, los más deshonestos y avezados, condujeron el Ferrari.

Ahora nos damos cuenta de que el sueño del Ferrari era tan sólo una imagen falsa reflejada en un espejo. Ahora. Cuando el espejo se ha roto y la imagen ha quedado retraída en el trozo más grande del crstal. El resto de pedazos sueltos somos los millones que nos hemos quedado sin nada, únicamente un vacío pleno de incertidumbre. Presagios tenebrosos para el futuro de unos hijos a los que dijimos que nada era más grande que conducir ese puñetero Ferrari. Sí, porque fuimos estúpidos, regocijados por la bonanza y mirando siempre para otro lado, sin escandalizarnos de tanta miseria moral. También fuimos culpables, sí. Nos daban trabajo, sus limosnas se expandían y pensábamos que mientras todo fuera así ¡qué importaba si robaban un poquito! Es más, ¿quién no haría lo mismo en su lugar?, nos “afirmábamos”, tirando a la basura, como si fueran desperdicios, todos los valores éticos inculcados por nuestros abuelos.

La Comunidad de Valencia acaba de pedir el rescate a un país que necesita el rescate a Europa. Mientras los señores de los Gurtel, Brugal, Frabra, Camps, Costa, etc.., siguen con sus corbatas y trajes impecables y su impoluto porte de ladrones elegantes, los enfermos crónicos no podrán tener acceso a los medicamentos, pues las farmacias estarán vacías. Los farmacéuticos no cobran desde hace meses y la comunidad no encuentra banco que le financie los créditos necesarios para afrontar los pagos. Esta será la 1ª comunidad intervenida del país por el gobierno central, que endurecerá aún más la subsistencia de los más desfavorecidos. Los radicalismos crecerán, el odio al PP se transformará en mayor visceralidad contra la centralización estatal. Ya, entre ellos mismos se temen. Feijoo, en Galicia, ha desconvocado la reunión del PP, prevista para la semana que viene porque ya no quiere hacerse la foto con Montoro. Aquí todo Dios quiere huir de la quema. La lucha entre unos y otros y la búsqueda de culpables necesarios para aliviar la propia culpa será la estrategia más fomentada entre los políticos de aquí en adelante. Ya no se fían ni de los propios compañeros de partido. Todo esto derivará en inevitables luchas por el poder en las comunidades autónomas. Se hablará desde el gobierno de peligro de desmembramiento nacional y desde las autonomías de injerencias inconstitucionales. Vienen tiempos convulsos, de violencia a flor de piel, como en los años previos a nuestra guerra civil, como si nada hubiera ocurrido desde entonces. El gobierno, tras la intervención de la Comunidad Valenciana, intervendrá en Murcia y Castilla-La Mancha, para luego pretender hacer lo mismo con Cataluña y Andalucía, rebeldes en las urnas. Los próximos 6 meses serán cruciales para la sobrevivencia democrática en España. No sólo la economía estará en peligro, lo estará también la propia convivencia democrática, ganada a pulso con sudores y sangre.

Ya veremos qué nos sigue deparando aquel sueño estúpido de conducir un Ferrari a la velocidad del huracán. ¡Ojalá nadie acabe muerto en la carretera!


1 comentario:

  1. También nosotros somos culpables. Nos podrán bajar los sueldos, quitarnos la paga extra, las becas, subvenciones, el estado de bienestar, el trabajo, y hasta la casa; podrán subir el IVA hasta el infinito, pero nunca nos arrebatarán la dignidad y el sentido del humor. Es por lo que claman todos los españoles. Fuimos estúpidos, si. Nos regocijamos en la bonanza, si, hemos estado mirando para otro lado durante mucho tiempo, si, no hemos sentido el mas mínimo rubor por la miseria moral que nos rodeaba, si, y para vergüenza nuestra lo hemos consentido, si. Estos son motivos suficientes para sentirnos culpables, si amigo, también somos culpables. Ellos nos daban trabajo y como tu bien dices esas limosnas se expandían por todo el territorio, estábamos convencidos de que mientras todo fuera así ¡qué importaba si robaban un poquito! Es más, ¿quién no haría lo mismo en su lugar?, nos “afirmábamos”, tirando a la basura, como si fueran desperdicios, todos los valores éticos inculcados por nuestros abuelos, y lo peor es que a nuestros hijos le hemos inculcado esa cultura, ahora el regreso a dichos valores y principios será cuestión de algunas décadas, y dada la situación en la que estamos el tiempo juega en contra nuestra. Completamente de acuerdo contigo Francis.

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