miércoles, 6 de junio de 2012


TERTULIA AL SOL SOBRE  EL OCASO

   Hoy amaneció un día diferente. El mismo sol de siempre iluminando un presagio distinto. Como todos los días los bancos del parque están ocupados por ellos, los ancianos del barrio, pero hoy no debaten sobre la vida vivida y la muerte de algún compañero. ¿A cuál de nosotros nos tocará mañana?, lanzan la pregunta al aire cada día al despedirse cuando el sol ya da paso al ocaso. Hoy no hay tertulia. Hoy no charlan animosamente sobre las cosas importantes de la vida, los hechos cotidianos de la vida sentidos intensamente, las hebras de felicidad y de angustia, encalladas en el alma. Hoy callan todos, lloran todos mirando fijamente el hueco vacío que hay en uno de los bancos.
   No pude comprender por qué la falta de aquel compañero les sumía en la tristeza, en vez de contar alegremente al aire, como siempre hacían, su vida vivida. Pregunté entonces disimuladamente por él.
   Juan me respondió susurrando: Federico hoy no ha podido venir, ayer vio cómo un camión atropelló mortalmente a su nieta.    

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