jueves, 17 de mayo de 2012


EL DEBATE DE LA 1ª

Anoche,  por primera vez en España, se habló en una cadena pública, en el Debate de la 1ª, sobre el famoso artículo 104 del Tratado de Maastrich, es decir, sobre el escandaloso fraude que constituye el hecho de que los estados se vean obligados a financiarse en los bancos mercantiles a intereses exorbitantes (en el caso griego se ha llegado hasta un 17%), mientras que estos mismos bancos se financian del Banco Central Europeo a un interés del 1,5%. Por primera vez se habló en una cadena pública, sin pudor, sobre la suicida política económica europea, al no otorgarle al BCE la potestad de emitir más euros, aunque se devalúe la divisa, para comprar gran parte de la deuda de sus países miembros, frenando la especulación de los mercados financieros  sobre ella, inflar de liquidez  el mercado  y estimular el consumo.  Hasta se atrevieron a adjetivar de incomprensible e inmoral el hecho de que el BCE tenga prohibido prestar dinero a los Estados. Y no se cortaron un ápice en pedir responsabilidades, incluso penales, para esos banqueros que han falseado los balances contables con activos tóxicos, para que crezca el apartado de los beneficios y, así, obtener un mayor reparto de dividendos, llegándose en muchos casos a descapitalizarse el propio banco, mientras sus cuentas en los paraísos fiscales crecían más que el primo de Zumosol. Incluso llegaron a hablar también de responsabilidades políticas a los gobiernos de las dos últimas décadas. Y los invitados, periodistas y economistas, eran tanto de derechas como de izquierdas. ¡Increíble!

Lo curioso es que también insistían en que debemos tener confianza y no retirar nuestro dinero del banco (el que lo tenga, claro). Decían que no debemos dejarnos vencer por el pesimismo. Pero lo decían con la boca pequeña, sobre todo, Ignacio Camacho, columnista del ABC, que al mismo tiempo que trataba de eludir responsabilidades del gobierno de Rajoy y argumentaba que perdonar deudas es estimular a los incumplidores, le preguntaba, soslayadamente, al economista más solvente, qué debía hacer con su dinero.

Algo está pasando en la política y la sociedad española. Ahora se habla sin pudor sobre ciertas cosas que antes eran innombrables. Y es que ya no estamos en el escalón de la desconfianza, ahora hemos avanzado y estamos ya en escalón del miedo, sin que podamos divisar aún la distancia hasta la meta, esa incógnita indescifrable que se pierde en el huracán de la tormenta.  Pero eso es bueno, porque el miedo nos hace dudar de todo y en la duda, compañeros, está la senda de la certeza. Sin preguntas nunca podríamos conocer la verdad y jamás hallaríamos soluciones a los problemas. La duda nos acerca, poco a poco, a la percepción exacta de la realidad y eso es imprescindible para aceptarla primero y poder cambiarla después.  

Vienen malos tiempos. Vienen tiempos de necesidad, sobre todo, para el 99%. Sin embargo, el hecho de que ya se hable sin censura de estas cosas en una televisión pública me genera confianza, porque eso significa que vamos tomando conciencia de la estafa en la que estamos inmersos y de cómo la legislación vigente fue auspiciada por políticos vendidos al mercado. Y ese es un paso muy importante para que tomemos conciencia los ciudadanos de que no podemos entregar nuestro voto a ningún charlatán codicioso y los políticos tendrán que ser más honestos si aspiran en el futuro a pedirnos confianza y, para ello, tendrán que legislar pensando más en los intereses ciudadanos y no en sus bolsillo como hasta ahora.

Sólo espero que si algún día este cambio, afortunadamente, se produce, aprendamos bien la lección y no volvamos a cometer nuevamente el error fatal de permitir que nos gobiernen los políticos codiciosos, deshonestos e inmorales que llenan actualmente las listas de los grandes partidos.

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