martes, 15 de mayo de 2012


... Y SEGUIMOS HABLANDO DE VIOLENCIA POLICIAL

1.750.00 familias españolas pasan hambre. En 1.750.000 familias españolas ningún miembro del hogar común tiene ingresos, pero nosotros seguimos hablando de violencia policial y de la patética heroicidad de los provocadores sin cerebro. Ayer, en el telediario, un gestor de un comedor público, anunciaba que ya sólo podían ofrecer un plato, en vez de los dos por comensal, debido a la masiva afluencia de hambrientos y a la carencia de ayudas y recursos, pero a nosotros sólo nos estimulan las batallas, la lucha sangrienta y cruel entre un desnortado David y el poderoso Goliat de los mercados. Según decía el entrevistado ya son miles los comedores benéficos que están a punto de cerrar porque la nada no se puede cocinar, pero nosotros primero acusamos a los poderes fácticos de cada suicidio, de cada muerte, del genocidio. Y no nos falta razón, pero mientras hablemos y hablemos de conflictos, ellos, hombres y mujeres, abuelos y niños, seres humanos desvalidos e indefensos, mueren de frío en la esquina más oscura de cualquier ciudad. Y hasta daría igual que muriese a la luz, pues son invisibles para casi todos.

Somos así, ansiamos ser los héroes de todas las historias, pero llevamos una jauría de perros en el corazón. Eso sí, luchamos contra las injusticias, pero lo hacemos frente al ordenador, sentados cómodamente sobre el sillón y, de vez en cuando, salimos a la cita del rollito guay de las asambleas, dándonos un baño de exculpación y de sana solidaridad. En España tenemos casi 6 millones de parados y en las asambleas se llega con dificultad a la centena, será que están ocupados revolviendo en los contenedores de basura, porque con el único plato del comedor público no les llega para aguantar el día.

Ayer, casi todas las asambleas trataban, principalmente, el tema de los detenidos por los desalojos de las madrugadas anteriores. ¡Pero qué esperamos!, ¿qué nos traten como a querubines?, ¿qué nos entreguen todo su poder como niños buenos? Ellos serán capaces de todo por mantener sus deshonestos y codiciosos privilegios y, nosotros, tenemos que asumir que la victoria será trágica, que tendremos bajas, que tratarán de pisotearnos. Pero hemos de permanecer impasibles, ofreciendo resistencia pacífica y activa y hemos de darles voz y esperanza a todos aquellos que la perdieron, los invisibles, los que viven en el doloroso planeta de la humillación. Porque sin ellos a nuestro lado no          somos nada, un inmenso globo sonda, lleno de vacío.

Dejemos ya de hablar de tanta violencia policial y seamos la voz de los desamparados.

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